Las confusiones históricas en los contratos de pareja

¿Alguna vez te has puesto a pensar en cuáles son los derechos y obligaciones que tienes, o tendrás, en tu relación de pareja?
Seguramente sí, pero sin planificación ni organización.
Así es como todos lo hacemos normalmente.
Cuando pensamos en estos temas es cuando ya estamos enojados, justo después de una pelea de pareja. Pensamientos como: "¿por qué aguanto tanto?, no hace nada por mí, este trato no es justo, exige demasiado, no me ama lo suficiente" se repiten una y otra vez en nuestra mente en situaciones de estrés y desacuerdo conyugal y tienen que ver justamente con los derechos y responsabilidades (escritos imaginariamente en un contrato desconocido y confuso basado en lo emocional) que seguramente no nos parecen justos ni adecuados, y hasta es probable que hayan ya terminado con nuestra unión en pareja.

En México por ejemplo,
según cifras oficiales del Instituto Nacional de Estadística y Geografía
(INEGI), en el año 2015 hubo 22.2 divorcios por cada 100 matrimonios. No
tenemos datos precisos de las separaciones en uniones libres, pero no es
difícil imaginar que también son muchas.
Las altas expectativas que tenemos en el contrato "amor de pareja" son parte del problema
El concepto de "a la pareja la construye el amor", como consideramos hoy en el mundo occidental, tiene solamente 200 años de historia.

En relación a este
concepto, tenemos también una especie de consenso general, tampoco muy claro,
sobre lo que una pareja debe hacer para amarse y "vivir feliz para siempre":
- En primer lugar, los esposos deben amarse
profundamente y elegirse sin permitir que en esa elección influya ninguna
presión externa.
- Desde el momento de la unión cada uno debe
colocar al otro en lo más alto de las prioridades de su vida y poner la
relación por encima de cualquier otro vínculo.
- Creemos que un marido y una esposa deben a
su cónyuge y a los hijos, la mayor deferencia y la más profunda lealtad.
- Consideramos importante no permitir a los
padres ni a los parientes políticos que interfieran en esa relación.
- Los casados deberían ser buenos amigos y
compartir sus sentimientos y secretos más íntimos, expresando abiertamente su
afecto y pudiendo hablar francamente de los problemas.
- Deberían guardarse fidelidad en el aspecto
sexual.
En este modelo occidental, las personas esperamos, más que nunca antes, que el matrimonio satisfaga todas nuestras necesidades psicológicas y sociales, además de estar libre de la coerción, la violencia y las desigualdades de género que se toleraban en el pasado. Queremos que el matrimonio satisfaga gran parte de nuestras necesidades de intimidad y afecto y todos nuestros deseos sexuales.
Las reglas en las relaciones de pareja durante miles de años no consideraron el amor como lo más importante
En la sociedad humana, durante miles de años (antes de estos últimos 200 años), la decisión de quién se unía a quién no estaba a cargo únicamente de los dos individuos que compartirían sus vidas, casi siempre las familias y los cercanos tenían fuerte voz en el asunto.
El matrimonio unía no sólo a las dos personas implicadas sino a dos grupos familiares.
Una mayor diferenciación económica reformuló las reglas del matrimonio: un grupo familiar que tenía una posición social más elevada y mayores recursos materiales podía exigir un "precio" más alto por entregar a uno de sus hijos en matrimonio.

La gente no se casaba por amor, se casaba por la conveniencia material que le representaba a su familia, no había elección libre sino obligación.
Entre las personas que no participaban de la carrera por el poder político y económico, el matrimonio era un asunto menos turbulento. Pero las más de las veces continuaba siendo una cuestión de cálculo práctico antes que un compromiso que se contraía en busca de la realización individual y la felicidad.
De hecho, el amor -o la expresión del mismo- en el matrimonio, estaba mal visto. Las familias consideraban que si los esposos se amaban y demostraban su afecto, podrían estorbar sus planes más importantes. Por ello eran fomentadas las relaciones sexuales y el amor fuera del matrimonio, la de los varones, porque las mujeres corrían el riesgo de quedar embarazadas y dañar aún más los más altos objetivos familiares.
Las mujeres, por su cualidad de "portar a un heredero" eran monedas de cambio importantes en estas transacciones.
Confusiones en las posturas históricas de los contratos de pareja

Después de haber
escrito la información previa, apoyándome en el libro Historia del Matrimonio de
Stephanie Coontz (2006) -vale mucho la pena leerlo- y comparándola con mi
trabajo como terapeuta familiar y de pareja y en mi propia experiencia, pienso
que vivimos una confusión de información
histórica sobre lo que debe ser una pareja y eso es, quizás, lo que más
problemas nos trae a la hora de tener una.
Tenemos la tendencia a repetir conductas y rituales sociales, generación tras generación, sin cuestionarnos de quién son, de dónde vienen y para qué las hemos adoptado en nuestras vidas.
Para entender, con un ejemplo, lo que estoy planteando, analicemos esta situación de pareja:
SITUACION DE PAREJA EN
TRES ACTOS
- Esta pareja se casó jurando, frente a un altar, que se amarían hasta la muerte, siendo fieles, honestos y respetuosos entre ellos bajo las leyes de un dios y de los hombres, poniéndose el uno al otro por encima de todas las demás relaciones. (Contrato de pareja basada en el amor).
- Tres años después, él tiene relaciones
sexuales fuera del matrimonio, ella lo sabe y no se ha separado porque tiene miedo
de "quedarse sola" y sus padres no están de acuerdo en que se separe y quede "divorciada
o solterona, más vale aguantar". Él considera que la ama porque tiene
claramente asumido que su esposa y sus hijos tienen un lugar muy distinto al de
su amante en turno, piensa que tienen roles muy diferentes en su vida. (Contrato de pareja antigua, basada en lo material).
- Finalmente ella se decide, se arma de valor
y se divorcia luego de entender que vale tanto como él, no está dispuesta a
aguantar más engaños; por supuesto él no entiende muy bien qué hizo mal, trata
de obligarla a quererlo como antes, jura no volver a hacer lo que hizo, se
deprime pero no sabe muy bien cómo cambiar la situación. Ninguno sabe cómo
establecer una relación de pareja ahora. (Tensión entre los dos contratos).
Mi ejemplo de "pareja confundida históricamente" es algo dramático, pero tristemente nada lejano a la realidad.
Es evidente que estas personas están usando todas las versiones de ser pareja que tienen disponibles en su memoria y aprendizajes, así le hacemos todos, el problema es que algunas cláusulas que tienen, anulan otras y generan dolor, tristeza, enojo y sobre todo, mucha confusión.
Posibles soluciones para este entuerto
Definitivamente creo que es necesario que nos sentemos a hablar acerca de cómo es ese contrato que hemos establecido en nuestra pareja.

Sugiero tomar los temas que Sussman, Cogswell y Ross (1973) anotaron como los más usados en los contratos matrimoniales como puntos de partida para hablar. Seguro se les ocurrirán más, este texto ya tiene sus añitos... :
- División
del trabajo doméstico.
- Uso
del espacio habitacional.
- Responsabilidad
de cada cónyuge en la crianza y socialización de los hijos.
- Disposiciones
sobre bienes, deudas y gastos de subsistencia.
- Tiempo
y cantidad en la dedicación profesional.
- Derechos
de herencia.
- Uso
de apellidos.
- Relaciones
lícitas con terceros: las familias de origen, los amigos.
- Obligaciones
y derechos en diversos aspectos de la vida diaria: trabajo, esparcimiento, vida
social y comunitaria.
- Causales
de separación o divorcio.
- Tiempo
y negociabilidad del período contractual. Inicial y subsiguientes. (No somos
los mismos al inicio de la relación que 6 años después, por ejemplo).
- Fidelidad
sexual y/o relaciones sexuales extramatrimoniales.
- Posición
asumida con respecto a la procreación o adopción de niños.
Escuchar y escribir que posición tiene cada uno de nosotros frente a estos temas. Y sobre todo, ante las luces de este planteamiento que hago, en qué modelo histórico de pareja está parado cada uno para mirar y relacionarse con el otro. A veces recordar los actos nos mostrarán las posiciones más que las palabras.
Analizar las creencias de nuestras familias de origen podría ser muy esclarecedor a la hora de observar las cláusulas de nuestros contratos. Si nuestras familias son de países o zonas culturalmente diferentes, con más razón será importante hablar de estos temas.
Un contrato de pareja más nuevo para mezclar
Para complicarnos un poco más el panorama y las relaciones, no olvidemos que en las últimas décadas ya hablamos de nuevas formas de relación en pareja.
Estos nuevos contratos hacen más énfasis en el crecimiento individual que en el de pareja y más aún que en el de familia y grupo social.
Estos "estatutos de pareja" más reciente, pueden tener algunas de las siguientes cláusulas:
- Cada quien vivirá en su casa y solamente compartiremos
los fines de semana porque la soledad y la independencia son precursores de
mayor desarrollo personal, con más tiempo para nosotros mismos podremos lograr
más cosas en el mundo.
- Tendremos una relación abierta, ambos
podemos tener compañeros sexuales además de nosotros dos, porque el amor exclusivo
no enriquece, limita.
- No tendremos hijos, cada quien va a
desarrollar sus capacidades personales y a pensar ecológicamente, ya somos
demasiados humanos destruyendo el planeta.
- No vamos a casarnos porque vivir en pareja es una elección que requiere de la aceptación de sólo dos personas, nosotros.
Mezclemos ahora los tres
modelos de contrato de pareja sin saber que lo estamos haciendo y ya sabemos el
resultado.
Si hacerlo es
realmente difícil, buscar un tercero mediador, no involucrado emocionalmente con
ninguno de nosotros, siempre es una buena idea.
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¡Gracias por leerlo!

Paula Echegaray - Psicóloga Clínica
